Tony Langley, el industrial británico que rescató la división de pliego de la insolvencia de Manroland AG hace cinco años, reafirmó su compromiso con el constructor de máquinas de impresión alemán en un discurso reciente en Offenbach.
Yo soy uno de manRoland
Dirigiéndose a la dirección alemana de la compañía y a los directores generales de más de cuarenta compañías subsidiarias, Langley reflexionó sobre cuánto había cambiado la compañía en cinco años. Dijo que Manroland Sheetfed había sido «transformada eliminando la sobrecapacidad y la ineficiencia» y había «instalado 500 máquinas de impresión y mantenido varios miles más» desde que asumió el control.
Esto se ha vuelto en contra de los detractores de la compañía «…los cuales dijeron que la compañía ya no invertiría en investigación y desarrollo, pues que sigan deseando, porque mientras ellos deseaban, vosotros habéis desarrollado la máquina de impresión más avanzada tecnológicamente del mundo actual [Roland 700 Evolution] y lo habéis hecho en tan solo dos años. Otros, después de dos años, aún seguirían pensando en cómo hacerlo.»
Comentó que no solo la empresa había sido rentable en cada uno de los últimos cinco años, algo que ninguno de los competidores de la compañía podía afirmar, sino que, ya ahora, había más que devuelto la inversión inicial del grupo.
Reconociendo las aportaciones de Alfred Rothlaender (que contribuyó decisivamente en la reconducción de las empresas de Langley en Alemania Claudius Peters y Pillers group) y de su actual presidente ejecutivo, Rafael Peñuela, dijo que «la dirección y los empleados habían aceptado el desafío de cambiar su negocio para bien».