José Antonio Martínez. Consultor de LeanPrinting y mejora de procesos en LTCaM.

Siempre me ha llamado la atención la gran paradoja que vivimos en la industria gráfica que, siendo uno de los sectores industriales donde más se ha invertido en maquinaria, en muchas ocasiones el cuidado y mantenimiento de nuestros activos industriales es claramente mejorable.

A lo largo de mi trayectoria profesional he visto como, lamentablemente, en muchas organizaciones se repiten patrones de comportamiento como estos:

  • Solo se hace mantenimiento cuando hay poco trabajo
  • Cuando toca mantenimiento los operarios se relajan y bajan el nivel de actividad
  • No hay un plan de trabajo concreto y coordinado entre departamentos durante las paradas técnicas
  • Casi siempre se confunde mantenimiento con la limpieza
  • El plan de preventivo (si es que existe…) siempre es igual, no es dinámico en función del grado de actividad de la máquina
  • Los maquinistas se acostumbran a trabajar en condiciones precarias y con problemas crónicos (máquinas sucias, con averías abiertas, consumibles desgastados, pérdida de fluidos, calentamientos frecuentes por exceso de polvo, etc.)

En esta época, en la que los márgenes comerciales son mínimos y nuestras máquinas suelen estar saturadas de trabajo, una política adecuada de mantenimiento para nuestros activos industriales es lo que puede diferenciar el ganar o perder dinero.

Hay que tener en cuenta que los tiempos improductivos y el coste de reparación que nos provocan las averías son solo la punta del iceberg. Cuando no adoptamos una política de mantenimiento adecuada aparecen costes ocultos que, en muchas ocasiones, nos impiden alcanzar los niveles de competitividad (productividad + calidad) que demanda el mercado. Algunos de estos de estos costes pueden ser:

  • Velocidad de producción baja
  • Paradas de máquina permanentes
  • Cambios de trabajo interminables
  • Calidad inconsistente, y en muchos casos insuficiente
  • Mermas excesivas
  • Reprocesos y repeticiones de trabajos
  • Cortos de producción
  • Retrasos en las entregas

Ante esta situación, es imperativo un cambio drástico de política de producción en la que un mantenimiento planificado y consistente de «todos» nuestros recursos productivos sea una parte más del trabajo ordinario de cada día. Para cumplir este objetivo, la metodología TPM (Total Productive Manteinance) se presenta como una de las mejores alternativas.

El TPM no es otra cosa que una metodología Lean que tiene como base la aplicación de técnicas proactivas de mantenimiento, con la finalidad de conseguir niveles máximos de productividad y calidad en nuestros recursos. Podemos resumir los fundamentos de este método en cinco acciones básicas:

  1. Trabajo en equipo – el cuidado de las máquinas es un asunto en el que se necesita la colaboración y el compromiso de «todos» los departamentos, Mantenimiento, Producción, Planning y, también Comercial
  2. Planificación y dotación de recursos – para cuidar las máquinas es necesario dotar tiempo y recursos de manera continua durante todas las semanas, estableciendo muy claramente en las intervenciones un plan de trabajo coordinado
  3. Mejora continua de las operaciones de mantenimiento – además de dotar tiempo para cuidar las máquinas, los departamentos de mantenimiento y producción tienen que tratar de mejorar los métodos (optimización y reducción de tareas) y así hacer más operaciones de entretenimiento en menos tiempo
  4. Evolución de las técnicas de mantenimiento – se tiene que producir una evolución desde el mantenimiento Correctivo (solo se arregla lo que se rompe) pasando por el Preventivo (se establece un programa de cuidados para prevenir averías) hasta el Predictivo (nos anticipamos a las averías antes de que se produzcan)
  5. Control y monitorización de resultados – por medio de la incorporación de indicadores clave de proceso de mantenimiento a nuestro cuadro de mando, para medir la efectividad total de nuestros recursos

En resumen, una adecuada gestión del cuidado y mantenimiento de nuestros activos industriales nos puede facilitar el ahorro de una enorme cantidad de dinero, traducido en productividad y calidad.

Pero para conseguir este objetivo, es necesario cambiar nuestra filosofía de producción y orientarla hacia la pro acción y anticipación en el cuidado de nuestras máquinas, por medio de la colaboración de todos los departamentos y la programación ordenada y fluida de intervenciones dentro del curso ordinario de la producción.

En definitiva, debemos conseguir que el mantenimiento sea una parte más de nuestro trabajo habitual y todos los departamentos tienen que estar concienciado, coordinados e involucrados para conseguir esta meta.