Dentro de diez años, los robots dejarán de ser serviles y sumisos, la fabricación ya no será como la conocemos ahora e imprimiremos en 3D nuestra propia ropa antes de salir a la calle. ¿Le parece que estas son predicciones que ya lleva escuchando a lo largo de los últimos cinco años? A nosotros sí nos lo pareció. Teniendo esto en cuenta, avanzaremos con precaución a la hora de hablar acerca de lo que a la automatización industrial le aguarda en un futuro altamente interconectado.

epa318-imageAqui, el director de marketing de EU Automation, Jonathan Wilkins, se fija en la gestión de componentes de automatización obsoletos en la fábrica del futuro. Un momento, ¿ya hemos mencionado que esta fábrica puede encargarse de sus pedidos de piezas de repuesto?

En este punto, cabe explicar el Ciclo de Sobreexpectación de Gartner, una teoría que afirma que las nuevas tecnologías experimentan, en primer lugar, un periodo de especulación y entusiasmo antes de establecerse en la meseta de uso real.

En ocasiones, tal entusiasmo se manifiesta en forma de pronósticos sumamente ambiciosos que probablemente no terminen extendiéndose en un futuro próximo. Hace más de 30 años, General Motors soñaba con crear fábricas en las que robots fabricaran otros robots con una mínima supervisión humana. La producción automatizada, pura ciencia ficción, iba a revolucionar el sector de la fabricación y, en la década de los ochenta, había una gran expectación al respecto.

Avancemos tres décadas para comprobar que fue solo hace poco cuando comenzamos a ver sistemas automatizados desarrollados que requieran una supervisión mínima. Sin embargo, no es lo habitual y muchas instalaciones de fabricación siguen incorporando niveles mínimos de automatización industrial.

Los conceptos como el Internet de las Cosas (IoT) y la Industria 4.0 están impulsando la conectividad industrial hasta nuevos niveles de profundidad, ayudados por la estandarización de los protocolos de comunicación y el hundimiento de la arquitectura de automatización tradicional.

Pero no descorchemos el champán aún. Todavía queda un largo camino para comenzar a ver las fábricas inteligentes del futuro completamente automatizadas.

No todo el mundo se encuentra en una situación adecuada para poder actualizar toda su línea de producción. Apenas vivimos en un mundo en el que cada fábrica parezca una fotografía del futuro. De hecho, la gran mayoría de centrales dependen de actualizar piezas obsoletas para mantener sistemas críticos en funcionamiento, que es donde unos niveles de conectividad más altos pueden ayudar realmente a los gestores de plantas en el futuro.

Los actuales sistemas de gestión de mantenimiento informatizados (CMMS) constituyen una inestimable plataforma para planificar cuándo resulta necesario el pedido de piezas de repuesto. Estos sistemas analizan los mejores resultados valorando el riesgo y, por lo general, ayudan a un supervisor humano a realizar el seguimiento de miles de componentes.

Y ahora llega la parte en la que prometimos que no íbamos a caer: la sobreexpectación. Con una interconectividad cada vez mayor gracias a las maravillas de Internet, sensores más inteligentes y un aprendizaje automático más profundo, ¿es erróneo creer que se retirarán pronto los repuestos y actualizaciones de las manos humanas? Hablaríamos de la fase en la que una fábrica inteligente cumpliría con su nombre: un sistema ciberfísico automatizado. Un cerebro informático central, un gran CMMS, contendría los análisis de todos los sistemas y sabría en qué punto de su ciclo de vida de mantenimiento se encuentran.

Las sustituciones y actualizaciones estarían programadas en su justo momento para garantizar una eficiencia máxima que, a su vez, minimizaría los tiempos de inactividad. Cuando los análisis de la planta en relación con la vida útil media de las piezas, el desgaste y tiempo de producción indiquen que existe la probabilidad de producirse tiempos de inactividad, se podrían pedir las piezas a los proveedores automáticamente. Obviamente, es el sueño de la fabricación eficiente, que se hace realidad combinando el arte de la gestión de la obsolescencia con máquinas inteligentes y altamente conectadas.

Y, ciertamente, no creemos que sea una predicción demasiado descabellada. Quizás no se produzca hoy ni mañana, pero en 20 años podríamos ver sistemas similares funcionando como el descrito. Porque, si algo hemos visto en esta última década, ha sido la importancia que está cobrando la gestión de la obsolescencia en un número cada vez mayor de sectores. Solo porque se fabrique constantemente tecnología nueva y avanzada no implica que todo el mundo pueda o quiera adquirirla. En todo caso, hace que productos en perfectas condiciones queden obsoletos a un ritmo más rápido.

Si busca una predicción precisa, aquí la tiene: la gestión de la obsolescencia no quedará obsoleta a corto plazo. Al contrario, se volverá más automatizada y tecnológicamente inteligente conforme la ingeniería y la TI avancen.